Me llego una notificación, la recogí del suelo, pues solo la
deslizaron por debajo de la puerta. La guarde en el portafolios y salí de casa
al trabajo, sin darle importancia mayor.
Para la noche al regresar a casa me tumbe en el sofá sin el
menor animo de mover un dedo, pero sonó el teléfono, deje que sonara hasta que callara, pero fue muy insistente así que fastidiado atendí la llamada. Sr. Buenas noches, por el timbre y
el ritmo de su voz, creí que me hablarían para ofrecerme un tarjeta de crédito o
un tiempo compartido, el motivo de mi llamada es para recordarle que atienda la
notificación que le ha hecho llegar por la mañana, que pase una excelente noche
y colgó sin que me diera tiempo a reaccionar. La olvide por completo, abrí el
portafolios y saque la notificación, rompí el sello y la leí. No di crédito a
lo que se redactaba, y lo hice en repetidas ocasiones. La notificación era de “Karma Co.” y me recordaba que la
vida se me estaba escapando, sin remitente, dirección, ni teléfono. Pensé que se
trataba de una broma, pues jamás había escuchado, leído o visto algo de “Karma Co.” deposite la hoja en el bote de basura y
regrese al sofá. Pero llamarón a la puerta, no atendí, pero volvieron a llamar
con insistencia. Me levante molesto y abrí, en el umbral estaba un hombre de
edad avanzada perfectamente vestido de traje, me sonrió y me dio una caja de
madera pequeña, se dio vuelta y se perdió en el fondo de corredor. Abrí la caja
y me encontré con un reloj de arena.
Hoy no fue un buen día, pero mañana mejorará, y pondré en orden todas estas cosa raras que me han asaltado hoy, me tumbo en
el sofá mientras observo como cae cada grano de arena.
A.G.Viveros
Primavera 2012
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