Nunca logre encontrar ese punto de equilibrio, nunca fui
ordenado sin embargo nunca perdí la
organización de mi interior. Sabía lo que quería pero no sabía cómo, ahí
se halla, el punto donde se interceptan y le da forma a el “cómo” de las cosas,
de todas las cosas.
Oliverio
1.
“Una urraca se impacto con la ventana y se
hizo daño, Alma la tomo con cuidado y la procuro con la esperanza de dejarla en
libertad, y lucir ese plumaje negroazulada, pobrecilla lastimada y en
manos de alguien que no habla su lenguaje, el de volar, me decía con esa mirada
de niña que a veces se involucra con la adulta, llevémoselo a un veterinario,
le propuse, y entonces transformo la mirada, así es que, el pájaro vivirá en
casa un tiempo, concluí”.
Afuera
llueve, tímidamente pero constante. Observo a través de las persianas mientras
le doy un sorbo al te. Veo cómo Martha baja del taxi y atraviesa la calle para
el edificio, me resulta cómoda la altura del departamento para observar la
llegada de mis visitas, me da esa sensación de control. Miró en reloj, cinco
minutos de retraso. El timbre anuncia su llegada y la falta de aliento me
denuncia que también le importa, aunque en menor grado, la puntualidad. Siete
minutos tarde, otra vez, le digo al oído mientras sujeto la muñeca de la
mano que sostiene su violín. Se pasa de largo sin disculparse, se quita el
abrigo y lo cuelga en el perchero, abre el estuche y comienza a practicar para
encontrar el mejor sonido. Empieza con Tchaikovsky en Do. Me acerco al lienzo y
comienzo también mi armonía.
2.
“Hay temporadas que me da por tener un sueño
recurrente, en él está mi Madre que me llama, pero ella está del otro lado y
entre nosotros un barranco, luce estupenda, sonriente y me llama con
insistencia, le digo que no puedo brincar que le temo a las alturas, pero no
deja de llamarme y de sonreírme, insisto en mi negativa, entonces saca de la
bolsa de su vestido una pequeña ave y me la arroja, esta me picotea el cuello y
su aleteo me descontrola, caigo al abismo y despierto”
¿No traes cigarros? le pregunto a
Paul, su respuesta me irrita, observo el reloj de pulsera, veintiún
minutos de retraso. Algo le tuvo que haber pasado no es habitual en ella, se
disculpa, le sonrió y lo observo por debajo de las gafas, juego un poco con la
taza de café, le doy un trago largo y me levanto. Ahora vuelvo voy por un
cigarrillo. Lo enciendo inmediatamente después de pagarlo, me recargo en una
columna y lo disfrutó lentamente, me molesta la informalidad y Paul es un buen
amigo, le conozco desde niños, solo que la vida se encargo de ponernos en
lugares distantes, él es médico internista y desea ir a España a especializarse
en limpiar las venas de las personas, usa analogías del tráfico vehicular o de
cañerías, para explicar su pasión, poco me importa, pero no se lo hago
saber. Y yo pintor de profesión, intentando restregarle a la sociedad su
intolerancia. Lleva días dejándome mensajes en la grabadora para presentarme a
su prometida y sabiendo que mi criterio literario es ácido, mostrarme alguno de
sus poemas. ¡Qué absurdo pensé! Por eso lo evitaba, pero quiero terminar con
esto. Paul me tengo que ir, Martha llegará y no deseo hacerla esperar (es
incomodo). Nos despedimos pagué mi consumo y me alejé.
3.
“Recuerdo que llegue con una antigua y (a mi
criterio) hermosa jaula para el pájaro que cuida Alma. Lejos de sorprenderla,
la molestó y me hizo arrumbarla en mi estudio, Oli no estará encarcelado,
el representa la libertad, me dijo. ¿Oli? (le di más importancia al nombre que
a su metáfora) Oliverio Girondo, mi poeta favorito concluyo y se alejó con el
pájaro entre su blusa y su pecho desnudo”
Martha es una estudiante de música, promete su carrera pero es muy cobarde para explotar realmente, le importa más no sobresalir para no cargar con esa responsabilidad y tener los reflectores lejos, así lo disfruta más. Ella toca durante dos horas mientras yo pinto, un ritual que nació cierto tarde que dibujaba en el parque y ella tocaba ahí, me embrujó su interpretación de la Sonata número 1 en G mayor de Brahms, aquella vez mis apuntes fueron extraordinarios, tuvo que ser su música. Durante una semana acudí al mismo parque y repetí el éxito. Me acerque a ella y le propuse tomar un café. Le comente mi interés por llevar su música a mi estudio y pintar, tímidamente aceptó y cerramos el trato con un apretón de manos y un café americano. Esa tarde la lleve al estudio y se lo muestré. Martha no es de esas personas que hablen mucho, es más bien retraída, ensimismada, me sonríe y se despide. Así fue como llego aquí, cualquiera pudiera pensar que sostengo una relación carnal con ella, pero no es así, son de esas cosas raras que lo único que me atrae de ella es la forma en que acaricia su violín, le hace gemir y eso me prende para pintar. Me preparo un té y observo a través de la persiana. Se detiene un taxi y baja Martha. Siente minutos tarde.
4.
“El pájaro lucia mejor daba ya prolongados brincos
del librero al caballete, o del televisor al sofá. Me irritaba mucho el hecho
de no poder abrir la ventana dónde se estrello para poder hacer circular este
aire que se vicia. Pero en cambio me encantaba como se postraba a la cabeza de
Alma cada que ella llegaba. Dejaré un día de estos la puerta abierta por error”
Hola
Paul, no hoy no es posible, necesito ir a la galería a entrevistarme con el
curador, miento, Martha se descalza y toca el violín sin sonarlo, como
practicando en silencio, descubro su silueta y por primera vez me atrae su
cuerpo. Por qué no me envías sus poemas por correo y los contesto, se que estas
cerca a casarte, prioridades amigo, atiende esto y después vemos lo de los
poemas, si, se que te irás a España, no, no faltaré a tu boda, ciao, cuelgo. Me
aproximo a Martha y la despojo de sus anteojos, se extraña pero no hace más, le
desabotono la blusa y dejo al descubierto sus pechos, blancos y
pequeños y regreso al caballete y ella a la música. Termina de tocar y yo de
pintar y me meto al baño y lavo mi cara, sudo, y me seco. Al salir Martha se ha
ido y olvido su violin, mañana volverá. Me aproximo al lienzo y me
entusiasma lo que veo. Entonces cuestiono mi trabajo, ¿realmente me pertenece o
es la materialización de la interpretación de Martha? ¿Sería capaz de hacerlo
sin su presencia?, tomo un cuaderno y nada, todo en blanco, apago la luz y
salgo por un trago.
5.
“Cuando conocí a Alma estaba consciente de que sería fugaz nuestra
relación, un suspiro, pertenecemos a mundo diferente, sin embargo dejamos que
la cosa fluyera, porque haíes esa química que no detonaba a más, ni ella tenía
interés de quedarse ni yo de retenerla. Resulta curioso que a la par llegará el
pájaro a estrellarse a mi ventana”
Le marco
a Martha, me contesta su madre, le dejo el mensaje con ella. Esta semana no
podre trabajar con ella, no estaré en la ciudad, pero la busco la próxima semana.
Cuelgo, me aproximo al lienzo, pero no me nace pintar. El timbre suena y abro
la puerta, descubro a Paul, procuro evitar hacer evidente mi sorpresa pero más
aun mi molestia, le invito a pasar. He querido traerte los poemas de mi
prometida pero insiste en ver tu cara al leerlos, según para comprobar tu
honestidad, me dice Paul, le ofrezco algo de beber, solo me acepta agua, y se
pone a curiosear el estudio, le sirvo rápido su vaso con agua y evito con mi
presencia que levante la sabana que cubre mi pintura en la que trabajo sin la
música de Martha. Yo no entiendo nada de arte, pero se ve que te diviertes
aquí. Me molesta su comentario menos que su presencia. Me tumbo en el suelo y
mato el tiempo platicando con él.
6.
“El pájaro estaba lo suficiente repuesto como para
emprender el vuelo, se lo comente a Alma, mi idea no pareció gustarle en
absoluto, lo tomo con un trapo para evitar su vuelo por el departamento y lo
cargo sin decir nada por media hora. Sentada observando morir el día.
Finalmente con la llegada de la negrura de la noche me dijo, sabes que el
próximo mes me voy a España, yo también emprendo el vuelo, ¿Qué será de ti?
Pobre pajarillo”
Busco el maletín para guardar el
violín de Martha y no lo hallo, quizá se lo llevo cuando salió aquella noche,
¿se habrá molestado por mi atrevimiento de descubrirle los pechos? O sabrá que
intento dominar mi sensibilidad al grado de trabajar sin su embriagante música.
Quito la sabana que cubre el lienzo y descubro su palidez, la ausencia de un
“algo”, la inmensidad de la nada. Reviso el reloj y me asomo por la ventana, se
detiene un taxi y baja un hombre que continua a pie por la calle. Observo el
violín y le marco a Martha, me contesta ella y no puedo evitar ponerme feliz,
me dice que ha estado enferma y que podemos regresar a trabajar el próximo
viernes, me pregunto por su violín y me lo encargo mucho, tras despedirse
colgó. Me pone feliz y envuelvo el violín en un paño suave. La luz apenas se
filtra en la ventana y observo la danza de las aves en busca de un lugar para
dormir, veo las figuras y el ritmo de su vuelo, el sol se sumerge y ellas
bailan a un ritmo que me recuerda mi propia voluntad en vuelo, pero sin
parvada. Llega la noche y mis ganas de existir se duermen y yo con ellas, ahí
en el suelo a pie de la ventana.
7.
“Ana abrió la ventana y dejo que el pájaro saliera
volando, me miro y me sonrió, nada es para siempre me dijo, su desnudes y la
luz que le acariciaba me gustaban, la composición de su cabello alborotado, su
largo y delgado cuello y la naturalidad para caminar sin ropa me atrapaban más
de lo que me era permitido. Se sentó al borde del colchón y me beso, te amo le
dije y también voló.
Me disculpo con Martha por lo
ocurrido pero solo alcanza decirme que me perdona y me da palmaditas en el
hombro y comienza a tocar Capricho número 24 de Paganini, yo dibujo, boceto y
pinto. Suena el teléfono y dejó que la contestadora haga su trabajo. Hola soy
Paul, tengo que salir de emergencia a Madrid pero regreso en quince días,
perdóname que insista hermano, no sabes lo que es lidiar con los caprichos de
una hermosa mujer ¿oh si?, te marco cuando llegue a México, se que quede
en entregarte hoy los poemas, pero ya ves, saludos. No le damos mucha
importancia y seguimos trabajando. Martha deja de tocar, una cuerda se reventó,
aún alcanza la tienda de música abierta para remplazarla, se despide y sale del
estudio. Me preparo te y observo el resultado del trabajo. Llaman a la puerta y
atiendo, una hermosa mujer de piel blanca y larga caballera negra me sonríe,
hola soy la novia de Paul, he traído mis poemas, espero no ser inoportuna, de
ninguna manera pasa, le digo, me encuentro visiblemente nervioso, soy Alma, se
presenta, mucho gusto le digo y cierro la puerta.
A.G.Viveros
31052012
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