31/5/12

Oliverio



Nunca logre encontrar ese punto de equilibrio, nunca fui ordenado sin embargo nunca perdí la  organización de mi interior. Sabía lo que quería pero no sabía cómo, ahí se halla, el punto donde se interceptan y le da forma a el “cómo” de las cosas, de todas las cosas.


Oliverio



1.

Una urraca se impacto con la ventana y se hizo daño, Alma la tomo con cuidado y la procuro con la esperanza de dejarla en libertad, y lucir ese plumaje negroazulada,  pobrecilla lastimada y en manos de alguien que no habla su lenguaje, el de volar, me decía con esa mirada de niña que a veces se involucra con la adulta, llevémoselo a un veterinario, le propuse, y entonces transformo la mirada, así es que, el pájaro vivirá en casa un tiempo, concluí”.


Afuera llueve, tímidamente pero constante. Observo a través de las persianas mientras le doy un sorbo al te. Veo cómo Martha baja del taxi y atraviesa la calle para el edificio, me resulta cómoda la altura del departamento para observar la llegada de mis visitas, me da esa sensación de control. Miró en reloj, cinco minutos de retraso. El timbre anuncia su llegada y la falta de aliento me denuncia que también le importa, aunque en menor grado, la puntualidad. Siete minutos tarde, otra vez, le digo  al oído mientras sujeto la muñeca de la mano que sostiene su violín. Se pasa de largo sin disculparse, se quita el abrigo y lo cuelga en el perchero, abre el estuche y comienza a practicar para encontrar el mejor sonido. Empieza con Tchaikovsky en Do. Me acerco al lienzo y comienzo también mi armonía.


2.

“Hay temporadas que me da por tener un sueño recurrente, en él está mi Madre que me llama, pero ella está del otro lado y entre nosotros un barranco, luce estupenda, sonriente y me llama con insistencia, le digo que no puedo brincar que le temo a las alturas, pero no deja de llamarme y de sonreírme, insisto en mi negativa, entonces saca de la bolsa de su vestido una pequeña ave y me la arroja, esta me picotea el cuello y su aleteo me descontrola, caigo al abismo y despierto”


¿No traes cigarros? le pregunto a Paul, su respuesta me irrita, observo el reloj de pulsera,  veintiún minutos de retraso. Algo le tuvo que haber pasado no es habitual en ella, se disculpa, le sonrió y lo observo por debajo de las gafas, juego un poco con la taza de café, le doy un trago largo y me levanto. Ahora vuelvo voy por un cigarrillo. Lo enciendo inmediatamente después de pagarlo, me recargo en una columna y lo disfrutó lentamente, me molesta la informalidad y Paul es un buen amigo, le conozco desde niños, solo que la vida se encargo de ponernos en lugares distantes, él es médico internista y desea ir a España a especializarse en limpiar las venas de las personas, usa analogías del tráfico vehicular o de cañerías, para explicar su pasión,  poco me importa, pero no se lo hago saber. Y yo pintor de profesión, intentando restregarle a la sociedad su intolerancia. Lleva días dejándome mensajes en la grabadora para presentarme a su prometida y sabiendo que mi criterio literario es ácido, mostrarme alguno de sus poemas. ¡Qué absurdo pensé! Por eso lo evitaba, pero quiero terminar con esto.  Paul me tengo que ir, Martha llegará y no deseo hacerla esperar (es incomodo). Nos despedimos pagué mi consumo y me alejé.

3.

 “Recuerdo que llegue con una antigua y (a mi criterio) hermosa jaula para el pájaro que cuida Alma. Lejos de sorprenderla, la molestó y me hizo arrumbarla en mi estudio, Oli no estará encarcelado,  el representa la libertad, me dijo. ¿Oli? (le di más importancia al nombre que a su metáfora) Oliverio Girondo, mi poeta favorito concluyo y se alejó con el pájaro entre su blusa y su pecho desnudo”


 Martha es una estudiante de música, promete su carrera pero es muy cobarde para explotar realmente, le importa más no sobresalir para no cargar con esa responsabilidad y tener los reflectores lejos, así lo disfruta más. Ella toca durante dos horas mientras yo pinto, un ritual que nació cierto tarde que dibujaba en el parque y ella tocaba ahí, me embrujó su interpretación de la Sonata número 1 en G mayor de Brahms, aquella vez mis apuntes fueron extraordinarios, tuvo que ser su música. Durante una semana acudí al mismo parque y repetí el éxito. Me acerque a ella y le propuse tomar un café. Le comente mi interés por llevar su música a mi estudio y pintar, tímidamente aceptó y cerramos el trato con un apretón de manos y un café americano. Esa tarde la lleve al estudio y se lo muestré. Martha no es de esas personas que hablen mucho, es más bien retraída, ensimismada, me sonríe y se despide. Así fue como llego aquí, cualquiera pudiera pensar que sostengo una relación carnal con ella, pero no es así, son de esas cosas raras que lo único que me atrae de ella es la forma en que acaricia su violín, le hace gemir y eso me prende para pintar. Me preparo un té y observo a través de la persiana. Se detiene un taxi y baja Martha. Siente minutos tarde.

4.
“El pájaro lucia mejor daba ya prolongados brincos del librero al caballete, o del televisor al sofá. Me irritaba mucho el hecho de no poder abrir la ventana dónde se estrello para poder hacer circular este aire que se vicia. Pero en cambio me encantaba como se postraba a la cabeza de Alma cada que ella llegaba. Dejaré un día de estos la puerta abierta por error”

Hola Paul, no hoy no es posible, necesito ir a la galería a entrevistarme con el curador, miento, Martha se descalza y toca el violín sin sonarlo, como practicando en silencio, descubro su silueta y por primera vez me atrae su cuerpo. Por qué no me envías sus poemas por correo y los contesto, se que estas cerca a casarte, prioridades amigo, atiende esto y después vemos lo de los poemas, si, se que te irás a España, no, no faltaré a tu boda, ciao, cuelgo. Me aproximo a Martha y la despojo de sus anteojos, se extraña pero no hace más, le desabotono  la blusa y dejo al descubierto sus pechos, blancos y pequeños y regreso al caballete y ella a la música. Termina de tocar y yo de pintar y me meto al baño y lavo mi cara, sudo, y me seco. Al salir Martha se ha ido y  olvido su violin, mañana volverá. Me aproximo al lienzo y me entusiasma lo que veo. Entonces cuestiono mi trabajo, ¿realmente me pertenece o es la materialización de la interpretación de Martha? ¿Sería capaz de hacerlo sin su presencia?, tomo un cuaderno y nada, todo en blanco, apago la luz y salgo por un trago.
 

5.

“Cuando conocí a Alma estaba consciente de que sería fugaz nuestra relación, un suspiro, pertenecemos a mundo diferente, sin embargo dejamos que la cosa fluyera, porque haíes esa química que no detonaba a más, ni ella tenía interés de quedarse ni yo de retenerla. Resulta curioso que a la par llegará el pájaro a estrellarse a mi ventana”

Le marco a Martha, me contesta su madre, le dejo el mensaje con ella. Esta semana no podre trabajar con ella, no estaré en la ciudad, pero la busco la próxima semana. Cuelgo, me aproximo al lienzo, pero no me nace pintar. El timbre suena y abro la puerta, descubro a Paul, procuro evitar hacer evidente mi sorpresa pero más aun mi molestia, le invito a pasar. He querido traerte los poemas de mi prometida pero insiste en ver tu cara al leerlos, según para comprobar tu honestidad, me dice Paul, le ofrezco algo de beber, solo me acepta agua, y se pone a curiosear el estudio, le sirvo rápido su vaso con agua y evito con mi presencia que levante la sabana que cubre mi pintura en la que trabajo sin la música de Martha. Yo no entiendo nada de arte, pero se ve que te diviertes aquí. Me molesta su comentario menos que su presencia. Me tumbo en el suelo y mato el tiempo platicando con él.

6.

“El pájaro estaba lo suficiente repuesto como para emprender el vuelo, se lo comente a Alma, mi idea no pareció gustarle en absoluto, lo tomo con un trapo para evitar su vuelo por el departamento y lo cargo sin decir nada por media hora. Sentada observando morir el día. Finalmente con la llegada de la negrura de la noche me dijo, sabes que el próximo mes me voy a España, yo también emprendo el vuelo, ¿Qué será de ti? Pobre pajarillo”

 
Busco el maletín para guardar el violín de Martha y no lo hallo, quizá se lo llevo cuando salió aquella noche, ¿se habrá molestado por mi atrevimiento de descubrirle los pechos? O sabrá que intento dominar mi sensibilidad al grado de trabajar sin su embriagante música. Quito la sabana que cubre el lienzo y descubro su palidez, la ausencia de un “algo”, la inmensidad de la nada. Reviso el reloj y me asomo por la ventana, se detiene un taxi y baja un hombre que continua a pie por la calle. Observo el violín y le marco a Martha, me contesta ella y no puedo evitar ponerme feliz, me dice que ha estado enferma y que podemos regresar a trabajar el próximo viernes, me pregunto por su violín y me lo encargo mucho, tras despedirse colgó. Me pone feliz y envuelvo el violín en un paño suave. La luz apenas se filtra en la ventana y observo la danza de las aves en busca de un lugar para dormir, veo las figuras y el ritmo de su vuelo, el sol se sumerge y ellas bailan a un ritmo que me recuerda mi  propia voluntad en vuelo, pero sin parvada. Llega la noche y mis ganas de existir se duermen y yo con ellas, ahí en el suelo a pie de la ventana.

7.

“Ana abrió la ventana y dejo que el pájaro saliera volando, me miro y me sonrió, nada es para siempre me dijo, su desnudes y la luz que le acariciaba me gustaban, la composición de su cabello alborotado, su largo y delgado cuello y la naturalidad para caminar sin ropa me atrapaban más de lo que me era permitido. Se sentó al borde del colchón y me beso, te amo le dije y también voló.
 

Me disculpo con Martha por lo ocurrido pero solo alcanza decirme que me perdona y me da palmaditas en el hombro y comienza a tocar Capricho número 24 de Paganini, yo dibujo, boceto y pinto. Suena el teléfono y dejó que la contestadora haga su trabajo. Hola soy Paul, tengo que salir de emergencia a Madrid pero regreso en quince días, perdóname que insista hermano, no sabes lo que es lidiar con los caprichos de una hermosa mujer ¿oh si?, te marco cuando llegue a México,  se que quede en entregarte hoy los poemas, pero ya ves, saludos. No le damos mucha importancia y seguimos trabajando. Martha deja de tocar, una cuerda se reventó, aún alcanza la tienda de música abierta para remplazarla, se despide y sale del estudio. Me preparo te y observo el resultado del trabajo. Llaman a la puerta y atiendo, una hermosa mujer de piel blanca y larga caballera negra me sonríe, hola soy la novia de Paul, he traído mis poemas, espero no ser inoportuna, de ninguna manera pasa, le digo, me encuentro visiblemente nervioso, soy Alma, se presenta, mucho gusto le digo y cierro la puerta.
A.G.Viveros
31052012

No hay comentarios: