23/10/13

Los bordes del olvido en el ombligo de la luna.

Durmiendo bajo un cactus.




Las respuestas están en el infinito, en el firmamento, en el entorno, habría que saber su lengua para interpretarla, y se sabía. Los dioses habían caducado y uno nuevo venía del mar, no en una balsa de serpientes como lo prometió. El cielo lo predijo, los dioses nos abandonaron y nosotros a ellos, no había lealtad, temor no es respeto. Jamás se comprendió lo ocurrido, jamás se terminó de aceptar un dios nuevo, se le maquillo y se adecuo para que lo sintiéramos familiar, se mezclaron nuestros ritos para poder digerir la nueva fe. No podría decir que nos salimos con la nuestra o ellos con la suya, pero pudimos sobrellevarla sin abandonarnos del todo.

Los dioses, aquellos que se responsabilizaban por lo que sucedía entorno, se exiliaron en la selva, en el monte, en el desierto y alguno temerario aun duerme en la calle de algún pueblo, ebrios de mezcal. “Tomo para olvidar” se justifican “Hay dolor me has vuelto a dar” se reprochan “Ay mis hijos” bromean. Ya no exigen sacrificios humanos para saciar su sed, ahora piden “una moneda que no afecte la economía”. Otros decidieron continuar con sus guerras floridas y se reclaman el tránsito de algunas rutas estratégicas. Dicen que Tlaloc se volvió nostálgico y continua llorando, cantando trova en un café local.

No sólo el exterminio puede desaparecer un pueblo, también la mezcla; genera una ambigüedad, una soledad infinita y una riqueza barroca, un poco de aquí, de allá y acullá. Orgullosos de sus raíces, de sus pirámides, sus guerreros águila y jaguar, y sírvanme un tequila doble porque “si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traiga aquí”. Espejitos otra vez, y eso que ya no hay virrey, petróleo es lo que ves, mañana ya no es. Ahora somos grises, sin rostro y con miles de ellos a cuestas. No estás de acuerdo ¿qué piensas hacer? Manifiéstate, los dioses exigen sacrificios está en los genes y Tlatelolco es testigo. ¿Qué pronto se olvida? ¿Qué lento se cicatriza?

Cuando fue que la caja que idiotiza se volvió un monstruo, de alguna manera habrá que entretener al pueblo. Hay quien afirma que es tanta su omnipotencia que decide quién debe dirigir al país, pero lo que más cala es que se menta con el juego de pelota, a ese si no me lo tocan, Tonantzin ya no te pido ser campeón del mundo (cómo si uno jugará) pero ganar el repechaje y ¡Nos vamos al mundial, nos vamos al mundial! Los dioses inmunes en su exilio se ríen y lloran al ver en HD y por SKY del “chupacabras”, de la “Influenza N1H1” de la maestra Gordillo y siguen tomando mezcal para olvidar, sírvanme la del estribo, menean sus vasos ya vacíos.

Huevones, cual si trabajo 10 horas diarias con media hora de comida. Pero a como me rechoca que me imaginen del otro lado del planeta durmiendo bajo un cactus. No dormimos, pensamos ¿qué fue lo que paso? ¿Cómo apagamos la tv? ¿Para dónde hay que empujar? O creen que las espinas del cactus nos permiten soñar plácidamente, parezco pero no soy faquir. Y ultimadas, esa es otra historia; el último en salir apaga las luces.

1 comentario:

Gala dijo...

A que le tiras mexicano cuando sueñas...?