12/3/17

De olvidos.





Olvidaste recoger tus rosas, me las diste a guardar mientras ibas a trabajar. Nos encontramos en la calle, ¿coincidencia? (esa mamadas de “nada lo es”  me vuela las pelotas porque el estúpido de Lozada las decía con convicción, valiente hijo de puta). Pues agonizan, por las noches sollozan y no dejan dormir. Esta mañana las he sacado de la envoltura, están maltrechas, agonizan, con dificultad las he conservado casi la totalidad de sus pétalos. Improviso un florero con una botella de coca-cola y una de Ron ya vacía, lucen, aún tienen su encanto, tienen una belleza panteonera y pese a que el agua es limpia se tiñe a podrido. Todas miran para el suelo mientras desprenden uno a uno los pétalos rosados.  Las coloco en la mesa y en el estante de pinturas mientras esperan por ti. 

Me aproximo a la ventana y enciendo un cigarrillo, observo el andar de las personas, marchitas, con los pétalos desprendiéndose y con la vista al suelo. Sé que no vendrás por ellas, las has olvidado y uno de mis pétalos cae en sutil vaivén danzando con el frío que anuncia la proximidad  de la noche. Me descubro también esperándote, arrojo el cigarrillo y cierro la ventana.

No vendrás.

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