Cada vez eran más fuertes los rumores del fin del mundo; se
podían leer en los periódicos, charlando a la hora del té, en los bares, no
había lugar sin que se comentará en tono fanático el asunto. En lo personal,
comenzaba a fastidiarme, lo cierto es que era latente la amenaza. Figuraban dos
actitudes, aquellos dados a bajar los brazos que abandonaban sus oficios por
vivir cada segundo de su existencia en completo descanso o intensamente y
aquellos que no minimizaban el problema siguiendo
con su rutina.
Lo cierto es que el ambiente
se percibía raro, el viento, el ocaso se me antojaban carmesí. Los
científicos trataban de explicar las posibles causas, las religiones
aprovecharon para incrementar su matrícula y los libertinos gozaban de los
placeres, total el mundo se va a acabar. Despertar, contemplar que el sol
estaba asomándose y que afuera todo resultaba igual era ya un suspiro
esperanzador. El café desafortunadamente
como muchas cosas se elevo de manera infame de costo, oro en polvo era lo que
ahora representaba. Así que disfrutaba de cada sorbo mientras el frasco me lo
permitiera.
Aquel día decidir desayunar fuera de casa. Tomé el termo con
el suficiente café y la cajetilla de cigarros, me apropie de una banca en el
parque, fume y bebí a placer y en completa tranquilidad. Miraba el cielo
esperando el destello fatal, pero nada, mejor pensaba, aún tengo muchos libros
que leer. Fue en ese justo instante que recibí tu llamada, dejé que sonará tres
veces y conteste. Me pedías de vuelta tus cosas. Fue así como todo llego a su
fin. El mundo se termino, por lo menos para mi.
2 comentarios:
Ya lo extrañaba sr AGV...! Gracias por tomarse el tiempo de escribir y compartir.
Simplemente maravilloso! Y sí, cada cual con su propio fin pues cada cual tiene su propia vida. Me encantó, felicitaciones por esa magistral imaginación, un final que no esperaba. Un abrazo
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