10/4/17

EL ANCIANO QUE DIBUJA EN LA ARENA



Mucho he expresado el enorme interes que tengo por ir al desierto, pese al rechazo que tengo al calor y al sol. Quiza motivado por la idea y fantasía que representa el aislamiento y la fábula de encontarse a uno mismo de ese coqueteo fugaz por ir al desierto. No he tenido la fortuna, ni voluntad  de tomar lo indispènsable e ir a esa aventura. La rutina y las obligaciones como elemento de un sistema que lo controla casi todo me tiene más que ocupado, cegado y desinteresado.

Sin embargo esto, en ciertas ocaciones y a manera de consuelo veo al desierto como  una metafora y en el plano inatangible, no poseo el argumento o explicación racional, pero, en lo profundo, una actitud dec omplicidad me dice (o convence) que el desierto no es físico en de la misma forma intangible.

Ya hace bastantes años con esta idea y necesidad de tener un maestro, un guía esprirtual que soñé con el desierto. Y con frencuencia lo he venido haciendo, sin llegar a un punto, mucho menos un encuentro o despertar.

Va desde ver al hombre que es acompañado por un coyote, como aquel que camina conmigo guardado su distancia y al menor flaqueo de mis pasos se acerca solo para exigir mi derrota.

En otras ocaciones he visto tres etapas del venado, no en el desierto, en una especie de alucinación o traviesa imaginación. La primera vez en casa cuando tenia familia, un niño con cabeza de venado me observaba en cuclillas mientras dormia, otras veces ya viviendo solo se paseaba a la distancia mientras como cordero me aproximaba al altar a esperar el sacrificio. Por las noches igual se postraba en cuclillas pero ya no era un niño sino un joven fuerte, delgado y alto con la cabeza de venado. La ultima vez a manera de totem, una serie de trapos sucios y desgastados por el viento y la tierra que se postraba sobre un monte en medio de un bosque semejante a un espantapajaros, con cabeza de un craneo de venado y en los cuernos colgando listones de colores con cascabeles moviendose al merced del viento, en esta ocación yo era quien le observaba y él rompia el silencio: "Tu primogenito no es el de ella"

Hoy despierto 3:00 de la mañana por un sueño, un anciano que dibujaba circulos en la arena del desierto de piel curtida por el sol, levanto la mirada y pude notar el desgaste y sabiduria de ella. "Las palabras dicen más de lo que nos damos cuenta. El silencio en su belleza sabes que a veces es indispensable. No se puede buscar al espíritu a través del cuerpo, porque lo intangible pesa mas y el cuerpo es muy liviano" me sente junto a él, sabia que el desierto a penas comenzaba. Desperte.

Comparto esto porque el viento tiene la particularidad virtud de llevarse todo lo que no importa, la tierra no siempre es fertil y el agua igual que limpia, ahoga. El fuego cuando no purifica lo consume todo y no nos percartamos porque en noches frías te abriga, no pones resistencia y con facilidad lo confundes, crees estar purificandote y en realidad te consumes. 

Ignoro el proposito del venado, como niño, como jovén, como  totem, o en las palabras de un anciano. El desierto no es fisico, como la soledad, es intangible y lo que no se ve, ni toca le corresponde a otro plano. El cuerpo estorba, el espiritu es lo que importa.

Despertar dentro de un sueño.

12/3/17

De olvidos.





Olvidaste recoger tus rosas, me las diste a guardar mientras ibas a trabajar. Nos encontramos en la calle, ¿coincidencia? (esa mamadas de “nada lo es”  me vuela las pelotas porque el estúpido de Lozada las decía con convicción, valiente hijo de puta). Pues agonizan, por las noches sollozan y no dejan dormir. Esta mañana las he sacado de la envoltura, están maltrechas, agonizan, con dificultad las he conservado casi la totalidad de sus pétalos. Improviso un florero con una botella de coca-cola y una de Ron ya vacía, lucen, aún tienen su encanto, tienen una belleza panteonera y pese a que el agua es limpia se tiñe a podrido. Todas miran para el suelo mientras desprenden uno a uno los pétalos rosados.  Las coloco en la mesa y en el estante de pinturas mientras esperan por ti. 

Me aproximo a la ventana y enciendo un cigarrillo, observo el andar de las personas, marchitas, con los pétalos desprendiéndose y con la vista al suelo. Sé que no vendrás por ellas, las has olvidado y uno de mis pétalos cae en sutil vaivén danzando con el frío que anuncia la proximidad  de la noche. Me descubro también esperándote, arrojo el cigarrillo y cierro la ventana.

No vendrás.

9/1/17

Una vez más.





Y si tienes que correr,
corre lo más que puedas,
sé veloz,
que nada te detenga,
porque yo estoy aquí,
contemplando qué fue lo que paso,
esperando para sanar y continuar.
Y si tienes que parar a tomar aire,
respira profundo
y no me permitas tocarte,
acariciarte, besarte,
porque lo entrego todo,
no sé cómo no hacerlo,
debe ser una deficiencia.
porque otra vez
baje la guardia
me abrasaste,
me volví cenizas
y otras vez tu soplido
las disemino.

Tu presencia.



 
Basta con tu mirada,
tus labios
y tú esperanza
esparcida al viento
para doblegarlo todo.

Otra vez me encuentro
en este laberinto, 
y  me pierdo, 
y sólo basta,
tu presencia.

¡Basta! 

11/12/16

LA MUJER POEMA.






ÉRASE UNA VEZ…
Una mujer que a pedazos se convertía en poesía.
La idea le aterraba porque creía que se quedaría presa en las páginas de un libro.
Lo que no sabía era que la poesía es vida.

ÉRASE OTRA VEZ…
Cuando la mujer se salió del poema quiso recorrer el mundo entero.
Ignorar el peso de lo inmaterial y entregarse al placer carnal.
Lo que no sabía es que las palabras se las lleva el viento y con el tiempo el olvido.

ÉRASE UNA ÚLTIMA VEZ…
Un hombre soñaba que soñaba con un poema.
Se trataba sobre el amor a una bella mujer y  lo mejor era que le correspondía.
Soñaba que despertaba y despertaba, guardaba los restos de su sueño en el cajón, con los demás y se decía: cinco minutos más, cerraba los ojos y soñaba que soñaba con un poema.